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Baños de bosque para sanar

Diego Salas

En momentos en que pareciera que el mundo nos ha obligado a hacer una pausa a nuestro ritmo de vida y las restricciones sanitarias han puesto a prueba la tolerancia de todos, resulta muy oportuno hablar sobre los baños de bosque y la vital necesidad que tenemos los seres humanos de conectar con la naturaleza.

Esta saludable práctica surge en Japón en los años 80, cuando un grupo de científicos comprobó que los ambientes boscosos bajaban considerablemente los niveles de estrés en las personas que los visitaban regularmente.

Esos estudios demostraron que este tipo de experiencias sensoriales, en conexión con la naturaleza y por periodos de tiempo prolongados, no solo constituyen un agradable paseo para distraernos un rato, sino que también producen una serie de efectos positivos en nuestro organismo.

Por ejemplo, se descubrió que los baños de bosque ayudan a controlar la ansiedad, la depresión, trastornos del estado de ánimo; así como también, benefician a personas con hipertensión, cáncer, enfermedades cardiovasculares, entre otras patologías. Ayuda además a mejorar los niveles de glucosa en la sangre y a fortalecer el sistema inmunológico. Solo por nombrar algunos aspectos.

Cuando realizamos un baño de bosque, buscamos expandir nuestra capacidad sensorial, involucrándonos de forma plena con los poderes sanadores que la naturaleza produce para sí misma.

Con la ayuda de una persona capacitada, llevamos nuestra mente a un estado de relajo y tranquilidad, similar a lo que ocurre en una meditación, pero con un profundo apego a la energía que generan los árboles, las plantas, el viento, la tierra, las hojas y todos los seres vivos que rodeen la experiencia en ese momento. Hasta el canto de las aves tiene efectos en nuestro organismo.

Es así como la contemplación de los aromas, las texturas y los sonidos de la naturaleza se convierten en la parte central de la actividad. A diferencia del trekking o senderismo, donde los objetivos suelen ser conocer lugares, descubrir y aprender sobre la flora y fauna. En el caso de los baños de bosque buscamos sanar nuestro cuerpo y mente. En ese sentido, el ritmo de caminata es mucho más tranquilo y la energía se concentra, principalmente, en lograr y mantener la conexión con el medio ambiente.

Es importante diferenciar un baño de bosque de una terapia de bosque. En el primero, normalmente, una persona guía y apoya la experiencia de los demás participantes. En cambio, en el segundo, se requiere la presencia de especialistas en psicología o psiquiatría para que acompañen el proceso, debiendo realizar la actividad en varias oportunidades.

Aunque el nombre sea baño de bosque, según expertos, esta práctica también puede hacerse en otros lugares como en el desierto de atacama, en playas como las de Chiloé o en las montañas de la Patagonia. Lo importate es la energía que proyectan esos ambientes, las cuales también ofrecen beneficios a la salud. La única diferencia, precisan, es que los árboles y plantas que habitan los bosques emanan aromas que contienen sustancias especialmente favorables a nuestro organismo.

Chile ha sido pionero en esta práctica en Sudamérica y durante los últimos años muchos guías se han especializado en los baños de bosque. Sus asombrosos paisajes reúnen condiciones ideales para realizar esta saludable actividad.

Los bosques nativos en Chiloé y del extremo sur en la Patagonia son perfectos y tienen todo lo necesario para conectar profundamente con la naturaleza. La energía del desierto de Atacama se siente desde el primer instante y contemplarlo representa, por supuesto, una oportunidad para sanar nuestro cuerpo y mente del estrés de los últimos años.

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