La ostra chilena es conocida en el mundo de la gastronomía por su distintivo sabor y su especial textura. Normalmente, este marisco se consume fresco, recién salido del mar, en su concha y con un poco de limón. Una preparación sencilla para un plato sorprendente y con mucha identidad.
Hay varias razones por las cuales se cree que las ostras chilenas tienen ese sabor tan especial y apetecido. Por un lado, están las condiciones ambientales, ya que estos moluscos crecen en un ambiente marino único, rodeado de la corriente fría de Humboldt, que trae nutrientes ricos en minerales desde las profundidades del Océano Pacífico.
Esa ventaja permite que las ostras chilenas sean cultivadas de manera natural, sin necesidad de añadir elementos artificiales o aditivos. Se alimentan principalmente de plancton y microorganismos ricos en proteínas y lípidos, lo que les da a las ostras su sabor delicado y su textura suave.
Además, las ostras son consideradas uno de los mariscos más saludables, ya que son ricas en zinc, hierro, vitamina B12, ácidos grasos Omega-3 y proteínas. Por lo tanto es muy especial tanto por su sabor como por sus propiedades nutricionales.
Quienes visitan Chile y les gusta la gastronomía del mar, tienen la suerte de disfrutar de una gran variedad de mariscos, como el erizo, el loco, la centolla, los choritos, entre muchos otros, los cuales pueden degustar en diversos y deliciosos platos típicos, como la “paila marina”, el “curanto”, el “mariscal” y una extensa variedad de preparaciones con distintos ingredientes según la zona.